martes, 23 de julio de 2013

El papel de la mujer en la sociedad [literaria] actual

“¿Qué papel juega la mujer en la sociedad actual?”. Esta es una pregunta que inquieta, entre otras cosas, por el uso del singular en los conceptos de “papel”, “mujer” y “sociedad”. Si hay algo que he aprendido en mi experiencia de migrante es que hay que desechar la idea de que existe solo un tipo de mujer, una sociedad y un concepto de lo femenino. Aún al referirse a “la cultura occidental”, lo cual implica excluir a todas las demás culturas, se sigue haciendo referencia a un sinnúmero de grupos sociales, que no tienen más unificación que los conceptos globalizantes que se les intenta imponer a través de la publicidad, la religión y los medios. No es inusual escuchar expresiones que comienzan con “los hombres son”, “las mujeres son”, “los cristianos son”, “la literatura femenina es”, como si se estuviera hablando de conceptos y verdades universales. Eso nos demuestra hasta qué punto hemos interiorizado los papeles que nos han sido designados para reprensentar dentro de la sociedad homogénea imaginaria que, nos dicen, debemos alcanzar. El espacio literario no es la excepción. Mencionaremos aquí algunos ejemplos de estos papeles pre-establecidos para la mujer dentro del ambiente cultural y algunos contra-ejemplos que los cuestionan.

  1. La mujer como musa

    Si hay un papel que no se le discute a la mujer dentro del quehacer literario, es su papel de musa. Pero no como una diosa de la antigua Grecia, poseedora de conocimiento, sino, en su versión más moderna, como objeto del deseo que, por distante, resulta en una inspiradora pasiva de la creación literaria masculina. Si bien es cierto que algunas obras (tanto de mujeres como de hombres e intersexuales) son inspiradas por seres imposibles y por tanto imaginados, se obvia que, en muchos casos, las parejas de los creadores no son siempre simplemente inspiradoras, sino constructoras activas del pensamiento y la creación literaria a través del intercambio intelectual con sus parejas y amigos. Casos como las relaciones creativas de José Batres Montúfar y Pepita García Granados, Bertolt Brecht y Helene Weigel, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs, Luz Méndez de la Vega y Mario Alberto Carrera y muchas otras relaciones amistosas, amatorias o de pareja de la actualidad, son ejemplos de interacción intelectual que se aleja por mucho del aporte pasivo, tanto femenino como masculino.

  2. La mujer como lectora

    Si bien la mujer es reconocida por las grandes editoriales como lectora potencial (o mejor dicho, como consumidora potencial de libros), se le sigue encasillando dentro del grupo de lectores de literatura light, a tal punto, que en algunas librerías se tienen espacios de “literatura femenina” en los que se pueden encontrar toda serie de literatura “kitch”, “chick lit”, revistas “femeninas”, esoteria, libros de consejos religiosos (no de teología seria) y libros de autoayuda. Esta trivialización de los intereses de las lectoras es casi tan peligroso como no darle acceso a la mujer a la lectura en general, ya que al domesticarle el deseo lecturoso, se le indica claramente cuál es su posición en la sociedad y lo que se espera de ella. No es de extrañar, pues, que en respuesta a la tendencia “pos-feminsta” de la recuperación del deseo desde el sujeto erótico femenino, se promuevan libros que pretendan ser liberadores, pero que al final en lugar de presentar a la mujer como sujeto la regresen a ser sujeta (del verbo sujetar) dentro los roles tradicionales.
    Debe decirse aquí que consideramos lectora a toda mujer que lee, no solo la palabra escrita, sino también la palabra oral, la palabra-imagen ... es decir la palabra en su concepto más amplio, siguiendo la idea de Jacques Darriulat de que "el universo es un inmenso texto esperando a ser leído". Por lo tanto, una mujer que no tiene acceso a la palabra escrita, si bien está limitada a la obtención de información de forma oral y visual, no necesariamente es una persona a-cultural ni está excluida completamente del quehacer literario. La literatura oral es y sigue siendo un componente importante en la creación y transmisión de conocimientos, historias y pensamientos.

  3. La mujer como escritora/creadora

    Se ha discutido ya mucho acerca de lo acertado o inapropiado de hablar de una escritura femenina. En mi opinión es claro que el género, viéndolo desde el punto de vista biológico, no determina el estilo ni el contenido de los libros escritos por mujeres. Sería absurdo comparar entre sí los libros de Donna Leon, Rosa Montero, Elfriede Jelinek, Elena Poniatowska, J.K. Rowling, Julieta Paredes, Ingrid Noll, Toni Morrison y Sapphire. Sin embargo si se ve a la mujer como construcción social, sí es posible reconocer ciertas temáticas recurrentes en algunos escritos femeninos, ponencias y creaciones, las cuales son determinadas tanto de forma local como de forma global, como sucede con cualquier otro grupo social. La violencia de género, por ejemplo, las relaciones amorosas, el feminismo, el machismo, las relaciones familiares, la sexualidad, el erotismo, la migración, las relaciones laborales, son todos temas que ocupan a las mujeres en la actualidad, y que son tratados desde distintos puntos de vista, distintos estratos sociales, y distintos posicionamientos políticos y sociales. Y nos ocupan, no porque sean temas intrísicos de lo femenino, sino porque, partiendo del yo (como todo creador) nos interesa aquello que nos invade la vida, buscando la mirada que nos permita entenderlo, reconocerlo, adoptarlo, cuestionarlo o rechazarlo. Sin embargo, aunque exista cierta convergencia en cuanto a temas, no puede decirse que exista una mirada femenina, sino varias, y los estilos son tan variados como hay escritoras, movimientos literarios, países, y mundos.


Aparte de estos tres, hay muchos más roles que juega la mujer en la literatura actual y que muchas veces son invisibles para el lector común, como lo son de: editora, correctora, crítica, teórica literaria, bibliotecaria, etc. En Guatemala, nombres como los de Luz Méndez de la Vega, Aída Toledo, Ana María Rodas, Ana María Monzón, Anabela Acevedo, Delia Quiñonez, Ana María Cofiño, Carmen Lucía Alvarado, Vania Vargas y Lucía Escobar, entre otras, son y seguirán siendo parte fundamental del quehacer literario crítico, teórico y editorial.


Conclusión: “¿Qué papel juega la mujer en la sociedad [literaria] actual?” Todos. Y no solo los juega (de forma lúdica), sino que, en cuanto más libertad tenga de escogerlos por sí misma, también será cada vez más capaz de protagonizarlos con todo el profesionalismo y la seriedad del caso.


Picaso, Mujer escribiendo


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2 comentarios:

  1. Que buen viaje sobre el rol de la mujer como escritora, lectora y crítica. Es cierto, se nos ha encasillado, quizá por eso la mujer ha dado más sorpresas de las que se esperaban en la literatura.

    Un abrazo Tania.

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  2. Y seguirá dando ;)
    Un abrazo Filistea.

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